Conjunto de huellas

lunes, 5 de agosto de 2013

Y sin quererlo, acabó queriéndole



Está justo ahí, entre toda esa gente que camina frenética de un lado para otro. Con su larga melena color miel, un camiseta blanca que deja entrever su delicada cintura que muchos curiosos observan cual obra de arte y unos tejanos rotos que han dejado atrás más de un verano. Hoy lleva puesta su mejor sonrisa para todo aquél que comparta con ella una mirada. Hoy tiene un mundo entre las manos para regalar.

Posiblemente te hayas cruzado con ella más de una vez. En una de esas mañanas en las que sólo te importa llegar a tu destino porque te duelen todos los huesos. En una de esas tardes de no saber qué hacer y empezar a andar hacia una dirección desconocida. En una de esas noches inolvidables con alcohol y locura en sangre. Pero no hablo de esos encuentros. Hablo de esos en los que se para el tiempo y podría cogerse con la mano la magia que se desprende. Hablo de la química que recorre todo tu cuerpo en cuanto respiras su perfume y las batallas que tienes con tu subconsciente para que no actúe por ti. 

A veces esa reacción se produce cuando vuelves a ver a alguien que no veías hace meses, incluso años. Cuando has recuperado a esa persona que se había alejado muy lejos. O simplemente, cuando quedas para ir a tomar café con ese amigo de toda la vida con el que sientes en secreto algo más que confianza y cordialidad. Pero ella sólo necesitó tres segundos para cruzarse con todo lo que había deseado hasta ahora. Para experimentar esa sensación de vivir algo soñado. Se había imaginado de muchas maneras esa escena, y no precisamente en pocas ocasiones. 

En el momento en que perdió de vista su mirada, la empezó a echar de menos. Y sin quererlo, no quiso. Por eso, sin saber que eso significaba algo, se giró para observar como se marchaba indiferente. Comprendió que ese alguien del que tanto hablaba la gente que anda buscando y no encuentra, ella lo había encontrado. Y sin quererlo, acabó queriéndole.
Parece que el cielo se ha teñido de un tono distinto, cada nube blanca ocupa su sitio como si alguien las hubiera puesto ahí adrede y los tímidos rayos del sol rozan su piel dándole los buenos días. Sí, todo ha estado ahí desde siempre pero hoy lo aprecia como nunca. Hoy, hoy va a mirar de frente y confiar en la suerte.

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