Conjunto de huellas

viernes, 10 de mayo de 2013

Dame un minuto

Un momento, parémonos, miremos al cielo y vaciemos la mente. Eso será suficiente. Luego, recorramos con esa mirada tan nuestra lo que nos rodea y no miremos solo nuestro reflejo. No hace falta que digas nada, hoy me toca hablar a mí. Deja que te diga lo que piense. De entre toda la multitud ya tenía claro que eras tú; tú sólo deja que te busque y que te encuentre.
 
Una línea, después otra. Un suspiro interminable y una mirada rota. Y en uno de esos días en los que no pasa nada hasta que pasa, me preguntaron el por qué. Deja que te diga que escribo por placer, hace tanto tiempo que aprendí a vivir y sufrir que me resulta más fácil con algo que contar por ahí. Y total, ¿qué es el mundo sin dar nada que hablar? Al final la gente acabará loca de atar, o simplemente aprenderá a apreciar. Apreciar lo que no es nada y es mucho. Loca porque necesita amar, y nuestros corazones se han cansado de replicar.
No necesito que el mundo me necesite, ni que quieras algo de mí. Escribo sobre el tiempo que se me escapa y veo como pasa pero sigo soñando para olvidarme. Escribo sobre aquel estribillo que no puedo recordar pero en cambio se adueña de mí y mi subconsciente.

Deja que te cuente que las ideas claras las tengo y también tengo claras las dudas. Solo necesito un minuto, un segundo, para cometer una locura. Que no se trata de pedir perdones ni lunas, sino de dejarse llevar. Deja que sea quien quiera y no quien quieren que sea. Solo sé que las palabras son mi refugio y las letras mis pobres soluciones, y si nadie me quiere, haré de ellas un arte.

Quizás debería coger más suave el lápiz y imaginar que ha cambiado el punto de mira. Que yo tengo en mi mano mi desorden y paso los minutos colgando mis pensamientos como olas. No me des amor que siempre se acaba, no me des un futuro que después se vuelva un pasado y se pierda. Regálame una oportunidad, que tengo mucho que contarte. Dame un minuto para que pueda enamorarte.