Conjunto de huellas

sábado, 2 de marzo de 2013

Te deseo lo suficiente.




Mírale con su mirada osada e impredecible. Esa con la que nunca sabías lo que  pasaba por su cabeza. Esa con la que desabrochaba lentamente los dos primeros botones de mi camisa. Mírale con su corazón indiferente a sentimientos ajenos, frío como la nieve fugaz de un Febrero que dio la vuelta a la esquina. Ahí va él con su paso despreocupado viendo solamente a su propia persona más allá del espejo. Sin miedo ninguno, con pisadas firmes.
Las calles estaban mudas, el viento entrecortaba las palabras y la luna dejó de hablarme de ti. Te esfumaste como si quisieras esconderte. Caminé entre suburbios de gente, viendo caras, viendo miles de expresiones diferentes. Pero de todos los rostros que vi, era el tuyo el único que deseaba ver. Tu sola presencia que dijera que te acuerdas, que sigues escuchando nuestra canción cuando empiezas el día.
Nos fue necesario solo un trago de ron para que acabáramos diciéndonos "Te quiero" al oído; al segundo, fueron nuestros labios los que se encontraron. La noche avanzó como yo lo hice hacía ti. Encontré mi norte en tu cama, mi refugio en tu cuerpo desnudo y mi devoción en tus susurros. Tal adrenalina en sangre debería estar prohibida, cautivar de esa manera a un alma debería ser delito. A la mañana siguiente, solo pedí no levantarme de nuestro pequeño nido. Dejé que las sábanas con tu olor se apoderaran de mis sentidos y más adelante se quedaran en una simple utopía.
Volvió a brillar el sol de entre las nubes, mi habitación se llenó de luz. La mar tomó su calma. Olvidé tu dirección, y quizás tu teléfono. Tus palabras vacías e insuficientes se perdieron entre viejos escombros. El tiempo me contó que volviste a venderle a una inocente Julieta tus falsas ilusiones. Ojalá de las mentiras se viviese, pensé, pero no es así. Lo que sentimos no es importante, no tiene ninguna importancia porque la única cuestión es lo que hacemos. Y tú no hiciste nada. Serás mi debilidad y serás mi error. Te deseo simplemente lo suficiente.
Mírale como sigue siendo el mismo desconocido que algún día conocí y mírala a ella como abrió su puerta a Marzo para que la inundara otra primavera






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