Conjunto de huellas

domingo, 31 de marzo de 2013

La locura que todo lo cura.

Luz tenue y apagada que apenas alumbraba la habitación. Domingo con salpicaduras de éxtasis de viernes. Una imagen como de sueño y respiraciones continuadas que confirmaban la evidencia.Que esa noche hablé con tus ojos azabache que tanto me gustan para venderme a ellos. Que ya no quería deambular en nubes de licor sin dueño. Probamos un poquito de esa locura de la que tanto hablaba la gente e incluso la compartimos entre sabanas con aroma de falta de cariño. Puedo decir que me gustó, pero seria mentir. Mentir porque no habrían calificadores de tal magnitud. 
Te espero, sí. En la habitación número 2 de ese hotel que se cae a trozos y ha sido testigo de tantos bohemios como nosotros. No tardes, amor, o de nuestro mejor secreto se enterará más que la brisa marina y entonces estaremos perdidos. 

De nada servía ya recordar todo aquello que alguna vez nos marcó. Alguien más descubrió lo increíble que eres. Se ató a ti y ya no te dejó contarme que te volviste a enamorar. Tampoco te volví a encontrar por aquellas calles. ¿Y el bar de los jueves? Quién sabe que fue de él, pero ya no volví. 

He cambiado. ¿Te sorprende? Leí en alguna parte que la vida no se basaba en ataduras y simplemente nos limitamos a aprovechar cada momento al máximo. Decidí probarlo y aquí estoy, parece que me gusta. Que muchas personas le brindan oportunidades al amor para curar sus heridas. Y otras, creyéndose no merecedoras de ello, se dirigen a los espacios que aun están por llenar para tapar las brechas de su pasado. 

Bueno yo no sé mucho sobre ello, pero ahora el camino es mi hogar. Que la libertad contenía tal belleza que era imposible dejarla escapar. Que de vez en cuando salirse de lo fijado no está tan mal. ¿Y la locura de la que hablaba y habla la gente? Todo lo cura. Fíate. Al final, todo saldrá bien. Si no sale bien, no es el final.



Miles Kane: "Rearrange"✝

sábado, 23 de marzo de 2013

A besos entiendo, a veces no.







Un sábado de madrugada. Una cama vacía y unas líneas que ocupan un insomnio causado por quién sabe qué. Me he cansado de hablar de amor, de hablar en plural aún sabiendo que soy yo la que sigue adelante. Yo soy aquella que sufre en silencio, ama con miradas y habla con sonrisas. Y tú, tú eres aquel que no busca un medio sino una excusa para huir. A pesar de olvidar lo que pasó, no se puede olvidar cómo se sintió. En el borde del abismo de unas manos que ya no son las tuyas, el aire es de cristal y aunque parezca extraño tu ya no estás aquí. Como la ola que se ha estrellado contra una roca, o la cuerda que se ha roto después de tirar. 



¿Dónde estabas cuando te llamaba? ¿Dónde estabas cuando estabas tumbado a mi lado y yo no podía dormir? Andaba con mis preguntas sin respuesta hasta que el tiempo me las respondió. Y la verdad, es que andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Pero el nosotros se fue y ahora me estoy echando a correr a los ojos de otro muchacho, que al menos cuando me mira me hace reír un rato. Los tuyos están tan lejos que no puedo mirarlos. Y quizá si estuvieran aquí, serían invisibles para mí. De nosotros solo ha quedado un silencio. El silencio, que es la forma más elocuente de mentir y que ahora habita en alguna parte de mi ser. Queríamos llegar permanentemente a lo más alto y simplemente nos invadió el vértigo.



Ya no tenía espacio para tantos vacíos. Tantas dulces inquietudes y amargos desencantos. Y me paré a observar. Tú y yo ya nos habíamos intentado olvidar antes, ese "deja vu" que dando vueltas y más vueltas siempre acude a tus sueños noche tras noche arrebatándote lo que son más que soplos de aire. A veces, que no exista una buena razón para quedarse es una buena razón para marcharse. Pero qué le voy a hacer yo, si no entiendo ni de razones ni de veces. Yo solo entiendo de besos.


Y es que si tuviera el tiempo en mi mano, lo haría todo más fácil. Sin palabras . Para no herir, para no conocer nada de ti. Para no escuchar tu voz y luego tener que echarla de menos.

domingo, 17 de marzo de 2013

Stay.


Un mes de ausencia. Un mes de escasas apariciones, lunes sin ganas de despertar y cosquilleos en el estómago que te echan de menos tanto o más que yo. Aquél que quiere que le extrañen se arriesga a que le olviden. Y cayeron en el olvido las notas de esa canción, y esos paseos por tu mirada. Y ese desliz por tu cuello que acabó en explosión en tus labios. Y también ese dolor nocturno; sin duda fue quién más amigo se hizo del olvido.
Las palabras jugaron a esconderse y parece que supieron jugar mejor que este pobre corazón falto de ese suspiro mágico que te devuelve la pizca de locura que activa la sangre en las venas. Háblale a mis blancas sábanas que tal día se tiñeron de intensa euforia de lo que es la locura, o los asientos de ese bohemio bar que alguna que otra vez ocupamos para disfrutar de ella. O quizás, háblame de locura cuando te escuchaba palabras que no creías ni tú pero que a pesar de ello yo confié en ellas hasta el final. Locura la mía, cuando pronuncié tu nombre gritándolo por si regresabas y mi voz se hizo tan pequeña que se ahogó en una habitación sin poder salir. Sin duda alguna, la locura de unos es la realidad de otros. Y ya no sé si esto es realidad o locura. Pero es algo mío, locura o no es parte de mí.
Y este tiempo he tenido que alejarme porque estaba tan cerca que no podía ver lo que tenía cerca de mis ojos. Estaba encerrada en algo que no tenía salida. Soñaba con imposibles y despertaba con utopías. Lo peor de todo no es que estuviera sola ya que yo lo había elegido sino que aún estando rodeada me sentía más sola. 
Con esto puede que no haya conseguido que las cosas cambien pero ahora ya no soy una inteligente llena de dudas. 
Soy una ignorante muy segura
Me fui, sí. Me fui para volver de nuevo
Aunque fuera extraño.
Después de todo, la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.




sábado, 2 de marzo de 2013

Te deseo lo suficiente.




Mírale con su mirada osada e impredecible. Esa con la que nunca sabías lo que  pasaba por su cabeza. Esa con la que desabrochaba lentamente los dos primeros botones de mi camisa. Mírale con su corazón indiferente a sentimientos ajenos, frío como la nieve fugaz de un Febrero que dio la vuelta a la esquina. Ahí va él con su paso despreocupado viendo solamente a su propia persona más allá del espejo. Sin miedo ninguno, con pisadas firmes.
Las calles estaban mudas, el viento entrecortaba las palabras y la luna dejó de hablarme de ti. Te esfumaste como si quisieras esconderte. Caminé entre suburbios de gente, viendo caras, viendo miles de expresiones diferentes. Pero de todos los rostros que vi, era el tuyo el único que deseaba ver. Tu sola presencia que dijera que te acuerdas, que sigues escuchando nuestra canción cuando empiezas el día.
Nos fue necesario solo un trago de ron para que acabáramos diciéndonos "Te quiero" al oído; al segundo, fueron nuestros labios los que se encontraron. La noche avanzó como yo lo hice hacía ti. Encontré mi norte en tu cama, mi refugio en tu cuerpo desnudo y mi devoción en tus susurros. Tal adrenalina en sangre debería estar prohibida, cautivar de esa manera a un alma debería ser delito. A la mañana siguiente, solo pedí no levantarme de nuestro pequeño nido. Dejé que las sábanas con tu olor se apoderaran de mis sentidos y más adelante se quedaran en una simple utopía.
Volvió a brillar el sol de entre las nubes, mi habitación se llenó de luz. La mar tomó su calma. Olvidé tu dirección, y quizás tu teléfono. Tus palabras vacías e insuficientes se perdieron entre viejos escombros. El tiempo me contó que volviste a venderle a una inocente Julieta tus falsas ilusiones. Ojalá de las mentiras se viviese, pensé, pero no es así. Lo que sentimos no es importante, no tiene ninguna importancia porque la única cuestión es lo que hacemos. Y tú no hiciste nada. Serás mi debilidad y serás mi error. Te deseo simplemente lo suficiente.
Mírale como sigue siendo el mismo desconocido que algún día conocí y mírala a ella como abrió su puerta a Marzo para que la inundara otra primavera