Conjunto de huellas

sábado, 16 de febrero de 2013

Sábados vestidos de pijama



El cigarrillo encendido se consumía en sus labios poco a poco como el tiempo lo hacía para ella sentada en aquel banco de madera a mitades de Febrero. La nicotina ganaba aquella partida de ajedrez bajo el tópico de que en este juego siempre hay unos que ganan y otros que pierden. No, no estaba de acuerdo con eso. Si fuera así, habría perdido muchas más partidas de las que ya había perdido. O simplemente, no ganado. El humo le arrebataba soplos de aire puro que alimentaban sus pulmones, recordándole con nostalgia los nombres que algún día escribieron en el tronco del árbol que tenía enfrente.

Un 14 que ya se había quedado atrás. Ahora ya estaba viviendo un 16 de aquel mes. El llamado amor otro año le había dado la espalda, habían tomado esquinas diferentes. Lo que podrían haber sido ella y él si no fueran ella y él pero sencillamente no eran, pensaba. Porque algo no había salido bien. Porque ninguno de los dos encontró quién era. Porque ella siempre quiso darle el beso de su vida pero nunca llegó a dárselo. Todos los días los pasaba junto al teléfono, revisando que no hubiera ninguna llamada de arrepentimiento, ningún mensaje para ella con sabor a "te echo de menos".

Pero al final, todos terminaron solos. Es solo un poco tarde para proponerse cambiar algo donde, en su momento, solo hubieron dudas, preguntas sin respuesta y domingos con el cojín de la cama manchado de lágrimas con nombre y apellidos. Hasta la persona más sabia ha tenido alguna vez momentos en los que se haya equivocado, pero no por ello ha dejado de pensar en sus metas, deshacer todos sus propósitos y mandarlo todo al garete.

Ella ahora había robado trozos de experiencia y gracias a ello, también había tomado prestada otra visión; quién sabe si sería para siempre o simplemente temporal. Y, ¿qué no es temporal en esta vida?

Su último cigarrillo ya se había convertido en grises cenizas.



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